Reflexión sobre BARBECHO por Juan Ortega -Jornadas de teatro de EIBAR 2016- 11 marzo 2016
La danza, tan antigua como el hombre, ha venido evolucionando desde el simple impulso tribal en el que aforan y se comparten emociones, hasta su transformación en arte. Un arte escénico en el que la disciplina, el dominio de la técnica, la lucha frente a las limitaciones físicas y las barreras sociales, se abrazan, para que esas emociones crezcan.
Como en el fuego, la belleza de la danza radica en que no hay dos movimientos iguales, aunque los fijen las coreografías o lo marquen las tradiciones. Entre una jota y un vals pueden existir tantas similitudes como diferencias entre lo que bailan Pina Baus o Natxo Duato. Y decimos esto porque presentamos Barbecho en las Jornadas como un registro más del amplio espectro de las artes escénicas.
Su creador, Natxo Montero, es uno de los más relevantes bailarines y coreógrafos vascos, su campo es la danza contemporánea, esa gran desconocida para el gran público y a la que, con frecuencia se le ponen comillas para advertir, cuando menos, que puede parecer una “danza rara”. Una danza en la que el espectador no siempre encuentra referencias y, por tanto, no puede establecer comparaciones.
Por eso, invitamos a participar, desde el patio de butacas, (¡Que no corra el pánico!), en esta reflexión que Natxo Montero nos baila en torno al propio proceso de creación por medio de un amplio recorrido de movimientos, de coreografías, que manifiestan la necesidad del cambio enfrentándose, una vez más, a lo cotidiano para encontrar lo mejor.
Viernes día 11 de marzo 2016 -Eibar
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