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Natxo Montero_danza

Críticas y análisis BARBECHO

ARANDO LA ESCENA. Crítica BARBECHO por Mercedes L Caballero

ARANDO LA ESCENA. Crítica BARBECHO por Mercedes L Caballero

Crítica de Barbecho. Dirección artística: Natxo Montero. Creación e interpretación: Natxo Montero y Laia Cabrera. La Nave de Cambaleo (Aranjuez). 14-15 de noviembre de 2015.

 La tierra, como elemento implícito en la definición de la palabra “barbecho”, como metáfora de la espera y como recurso escénico, es nexo en este trabajo de Natxo Montero (el tercero desde que fundó su propia agrupación, Natxo Montero_danza, en 2008) para las tres diferenciadas entregas en las que se desarrolla el montaje, definitorias de los tres territorios o contextos (lo artístico, su lectura y lo humano) con los que la obra alcanza su máxima. Permite esta estructura a los creadores, jugar (el juego y su poéticase alzan clave) con significantes y significados teatrales,  lenguaje y metalenguaje, realidad y ficción, y al espectador, recorrer una obra desde su arranque hasta el resultado final, en un proceso no libre de sorpresa, empapado en todo su recorrido por grandes cuotas de ternura y verdad. Y humor. Presente en el ecuador de la obra con la elaboración (y explicación) de un discurso artístico aplicado a lo resultante hasta el momento, cargado de intención pseudointelectual, que funciona como oxigenante y engancha desde otro lugar. La tercera parte en la exposición de Barbecho, con sus intérpretes despojados de máscaras, mecanismos y personajes, refuerza la zona de franqueza en la que se enmarca esta obra (“¿Cómo estás?, ¿Y tú?”), en la que el movimiento y su investigación fijada en repeticiones, es columna vertebral y generador de poéticas imágenes.

Reflexión sobre BARBECHO por Juan Ortega -Jornadas de teatro de EIBAR 2016- 11 marzo 2016

Reflexión sobre BARBECHO  por Juan Ortega -Jornadas de teatro de EIBAR 2016- 11 marzo 2016

La danza, tan antigua como el hombre, ha venido evolucionando desde el simple impulso tribal en el que aforan y se comparten emociones, hasta su transformación en arte. Un arte escénico en el que la disciplina, el dominio de la técnica, la lucha frente a las limitaciones físicas y las barreras sociales, se abrazan, para que esas emociones crezcan.

Como en el fuego, la belleza de la danza radica en que no hay dos movimientos iguales, aunque los fijen las coreografías o lo marquen las tradiciones. Entre una jota y un vals pueden existir tantas similitudes como diferencias entre lo que bailan Pina Baus o Natxo Duato. Y decimos esto porque presentamos Barbecho en las Jornadas como un registro más del amplio espectro de las artes escénicas.

Su creador, Natxo Montero, es uno de los más relevantes bailarines y coreógrafos vascos, su campo es la danza contemporánea, esa gran desconocida para el gran público y a la que, con frecuencia se le ponen comillas para advertir, cuando menos, que puede parecer una “danza rara”. Una danza en la que el espectador no siempre encuentra referencias y, por tanto, no puede establecer comparaciones.

Por eso, invitamos a participar, desde el patio de butacas, (¡Que no corra el pánico!), en esta reflexión que Natxo Montero nos baila en torno al propio proceso de creación por medio de un amplio recorrido de movimientos, de coreografías, que manifiestan la necesidad del cambio enfrentándose, una vez más, a lo cotidiano para encontrar lo mejor.

Viernes día 11 de marzo 2016 -Eibar

“BARBECHO” de NATXO MONTERO compañía por Afonso Becerra- Vigo.

Susan Sontag quiso liberar al arte contemporáneo de la sumisión a la semántica y a las interpretaciones que buscasen legitimarla o deslegitimarla.

Natxo Montero y Laia Cabrera se rebozan en el juego de la danza-teatro con la alegría de los cerdos, con el divertimento de las niñas y los niños que gozan haciendo castillos de arena y derrumbándolos.

El contacto con la tierra, la danza con la careta de cerdo, los objetos empleados y lanzados... todas las actividades escénicas como actos en potencia que permanecen en barbecho en la intersección de la luz y del movimiento, derrumban los significados. Igual que el simulacro con el micrófono que se coge para hablar, pero no se dice nada.

En la segunda parte, el simulacro paródico de una visita guiada a la instalación artística "Barbecho" de Natxo Montero, conducida por la comisaria de la exposición, Laia Cabrera, para ironizar sobre el juego de las exégesis sobre el arte, sobre esa tendencia a buscar el símbolo, como si la propia morfología artística y sus vectores de fuerza no valiesen por sí mismos.

BARBECHO lúdico y gamberro, con imágenes de gran belleza. La acción lumínica que marca zonas de juego cenitales, pero que también es objeto de la mirada, como la luna y sus rayos encantadores. El desfile de los cerdos engabardinados esparciendo la tierra de los castillos que antes habían construido con calderos de juguete. Esos castillos que nos montamos y que siempre son fantasías inexpugnables que acaban por caer. El olor a tierra húmeda y fértil. La tierra del juego en el escenario como simiente de cualquier encantamiento guiado por la coreografía de la actriz y del actor.

Objetos, movimientos, luz y sombra... que remiten sin cesar a las dinámicas cíclicas de los juegos de infancia: los calderos de plástico de colorines con los Angry Birds, las palas, el patinete... cogidos, utilizados, abandonados y recogidos. La escoba que no barre sino que es cabalgada alegremente. Los saltos y las trayectorias circulares que recuerdan a las de los corros. La parodia de una coreografía con aires de ballet clásico. Los cortes e interrupciones en la música, que indican un cambio en los roles de juego, para retornar a la acción que se estaba ejecutando antes. Las mallas verde y azul brillantes, para un número circense que llega al clímax estético en los ejercicios de equilibrio de Laia tumbada encima de los pies de Natxo, acercándonos a una imagen surreal. Saltar en el sofá y lanzarse hacia atrás y hacia adelante llevándolo consigo. El juego de las huellas en la tierra, arándola con los pies desnudos, abriendo surcos al andar... ciñéndose a la tierra en la geometría jeroglífica del juego y, para que juguemos mejor, dejar la semántica en barbecho.

ANÁLISIS DE BARBECHO POR Laura Porto Crabeiro

ANÁLISIS DE BARBECHO POR Laura Porto Crabeiro

Será el juego el barbecho de los humanos? 

El teatro danza siempre sorprende. Podemos afirmarlo con poco riesgo de errar tras contemplar el pasado domingo el espectáculo Barbecho, de la compañía Natxo Montero_danza, performado por Natxo Montero y Laia Cabrera, en el Teatro Ensalle. Accedemos a la sala influidas por el título, con la intención de asistir a una reflexión escénica sobre el reposo y la necesidad de calma en este ajetreado mundo postmoderno y acabamos riendo, con la boca ligeramente abierta, mientras observamos a dos performers con máscaras de cerdo que se mueven frenéticamente y juegan sin cesar desde el inicio hasta el final de la pieza.

En la primera parte del espectáculo asistimos a una serie de juegos de interrelación entre os actores y el suelo cubierto de tierra, a la creación de un espacio de apariencia aleatoria y al transitar lúdico por este espacio.

 Aquí todo juega, incluso la música con el silencio, nada parece estar en reposo y esto hace que nos preguntemos si no será precisamente el juego el barbecho de los humanos, si lo que se oculta en esas máscaras de cerdo no será la parte de nosotros que olvidó la alegría animal y necesita mover el cuerpo para que el espíritu repose. 

Los actores desaparecen para dejarnos contemplar la escena vacía, gastada, pisada, vivida, y vuelven a reaparecer para permitirnos asistir al simulacro de una visita guiada por el espacio en el que nos desvelan parcialmente el código que construye la pieza al tiempo que ironizan sobre la obra artística y la importancia (excesiva) de la significación sobre la sensación, burlándose así de aquellas de nosotras que caímos presas del desconcierto cuando al acceder a la sala vimos en escena algo que non se ajustaba a nuestras expectativas discursivas.

Por último, el simulacro se deshace, el espacio se deshace y una vez más queda sólo la tierra, que es surcada por los pies de los actores para después quedarse, por última vez, sola y marcada, esperando que alguien vuelva a trabajar sobre ella.

 

ANÁLISIS DE BARBECHO EN VIGO POR CAMILA PHILLIPPS

ANÁLISIS DE BARBECHO EN VIGO POR CAMILA PHILLIPPS

La unidad en lo fragmentario. BARBECHO de Natxo Montero Danza. Por Camila Phillipps-Treby

El espectáculo que Natxo Montero nos presenta está dividido en tres partes claras en torno al proceso creativo, y juega con la estructura presente-futuro-pasado.

Siendo un espectáculo fragmentario, se encuentra lejos de estar desarticulado, sino que tiene una unidad concisa que le otorga belleza.

Esta unidad viene dada, antes que nada, por el tema central. El proceso creativo acompaña todo el espectáculo desde distintas perspectivas.

Desde la perspectiva del trabajo terminado, o no. Desde otra en un formato más cómico, en el que ellos encarnan un tercer papel que entra en juego posteriormente a la creación: el del crítico. Y por último abordan el proceso creativo como algo sacrificado en el que el artista debe enfrentarse a su creación y a él mismo. A sus miedos y a sus inseguridades.

Teniendo esto como hilo conductor y unos performers enfocados en la misma dirección, el espectáculo ya se sustenta en una base que puede guiarlo de forma cohesionada. Pero ellos no paran ahí, juegan con más elementos unificadores.

Otro elemento unificador de gran peso, y que está muy explotado por los performers, es el espacio.

El espacio de Barbecho se compone principalmente por los mismos actuantes (caracterizados de una forma muy cómica con cabezas de cerdo y gabardina) y un montículo de tierra. A partir de ahí y de la dramaturgia introducen progresivamente nuevos objetos en escena.

Los objetos, además de fortalecer un ritmo dramatúrgico por aparición de nuevos elementos, configura un espacio y lo integran en la coreografía de los performers.

Este espacio se va creando de forma constante, hasta llegar a un espacio final que, inteligentemente utilizado, se liga a la siguiente fase del espectáculo. Fase en la que juegan al simulacro. Por una parte Natxo Montero simula un visitante a la exposición Barbecho e, por otra, Laia Cabrera, simula ser la comisaria de esa exposición.

Ese espacio pues, que es el resultante de la coreografía de la primera fase, sirve como nexo para introducir la segunda fase. Es la razón de ser de esa fase.

La presencia de los objetos y su explicación, tratada desde la parodia de una visita guiada a una exposición museística, hacen referencia a la fase anterior, y de esta forma crean un vínculo unificador.

Como segunda transición, la comisaria limpia el espacio de la creación, como final de la misma, para llevarnos al germen de todo, donde comenzó la gestación del espectáculo.

Así, el espacio del principio se une con el del final, con el único elemento presente es la tierra, esta vez transformada, ya no la encontramos en un montículo sino esparcida por toda la superficie.

Como otro elemento de unión tenemos la luz y sus atmosferas. Con una niebla que se va creando poco a poco en cada transición. La luz se va comiendo el espacio, desapareciendo segundo a segundo, hasta hacerse el oscuro. Siempre el mismo juego de luces para unir las fases.

Por último, tenemos la música como leimotiv de pasos coreográficos. Una determinada música activa unos pasos determinados en los performers, que son repetidos, variados constantemente, en juego con los objetos.

Esta música aparece en la primera y en la tercera y une el proceso creativo. Sin embargo, en la segunda fase, lo único que podemos escuchar es el sonido de un aspirador tragándose la tierra.

La coreografía está basada en la repetición de unos determinados pasos que varían entre sí, algo propio de la danza posmoderna. Esta característica se puede ver como una huella en toda la composición con respecto a los objetos y al espacio. La repetición, en las distintas secuencias o fases, ya sea por variación o por transformación, nos da una unidad y un ritmo muy definido.

Barbecho es un espectáculo unido por la variación de elementos que se juegan en escena y en la dramaturgia, mientras que nos invita a presencias unas fases distintas del proceso.

Barbecho para Jairo G

Barbecho para Jairo G

Después de ver "barbecho" quiero decir , que yo soy agricultor sin ejercer como tal , nunca pensé que aquella palabra que se le daba un significado negativo de poco prodructivo, se podía transformar en algo postivo y artístico de tal belleza . Gracias .

BARBECHO por Angel Asensio,Dtor Teatro Barakaldo

Señalar  que el título de vuestro nuevo trabajo es para mi muy sugerente porque provengo del medio rural mas humilde y cuando las tierras quedan o se dejan en barbecho, de una parte se responde de forma sabia y práctica al cuidado que se debe dar a la tierra explotada en exceso y más en las zonas donde sacar adelante una cosecha anual no resulta fácil. Por otra parte, ese descanso del estrés anual que la tierra padece porque se le exige rendimiento, vida y fruto constantemente, a la larga es mejor y rentable porque esa tierra descansa, se oxigena, mira a las tierras colindantes, cuando se aran y siembran con un poco de holgazanería y desdén rezongando por dentro…en definitiva… se prepara a conciencia y, humildemente, acepta sus limitaciones momentáneas para los años siguientes en los que, de nuevo, será explotada sin descanso para lucir como buena tierra feraz, productiva… en danza. 

Algo de este nos está pasando en el mundo escénico en general…No está de más pasar algún tiempo en BARBECHO para volver con fuerza al escenario creativo o de la gestión..aunque se tenga en ocasiones la sensación de tierra abandonada, aparentemente descuidada… Las aguas, vientos o el cierzo, los fríos de otoño, del crudo invierno y la inquieta primavera, con muy poco abono, convertirán nuestras humildes tierras escénicas en tierras vibrantes, lozanas y llenas de riqueza…. 

Yo no tengo miedo a quedar en Barbecho de vez en cuando, soy optimista ante las dificultades, como lo sois la gente de la danza… no formo parte de las exuberantes tierras de tres y cuatro cosechas anuales de la rica ribera navarra y aragonesa… soy, más bien, por deseo de los hados, de las faldas mas áridas del Moncayo… Me crié de niño entre las lomas, valles y las estepas grises invernales colindantes en el triangulo fronterizo navarro-riojano-soriano. Me siento errante por las tierras con fronteras poco o mal definidas por los torreones, adaptado a la hostilidad y el cambio…Soy de esas tierras que se dejan en barbecho porque sus moradores deben irse sabiendo que, en abril y mayo las planicies sorianas de las tierras de Agreda son un vergel…las tierras que estuvieron en barbecho se hacen puro recuerdo y la vida sigue ligera, en danza, acariciada por la brisa primaveral. Me gusta saber que la tierra que se deja en barbecho no se ha olvidado de sus buenos tiempos, está a la espera, parece que holgazanea pero en el fondo vigila y se dedica a mirar al cielo sin prisa con una espiga en la boca. ¡¡¡ Vendrán tiempos mejores, compañeros…!!!!

 Pues eso, en BARBECHO.

Angel